Capítulo catorce

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Con mucho cuidado limpié la sangre de su rostro, y sobre todo la de su cabeza y labio. Él no dejaba de quejarse, el dolor era horrible, pero seguía desviando sus ojos humedecidos de las lágrimas de los míos.

Su bello rostro bajo la luz de la luna aceleraba mi corazón.  Cuando ya estaba curado, y con unas cuantas tiritas de más por su cuerpo, quedamos tumbados en la cama, cubiertos con la manta, y quedándonos dormidos.

El sonido del despertador me avisaba que teníamos que ir a clase, Bieber seguía dormido, y yo me levanté a darme una ducha, y vestirme rápidamente, cuando llegué, él seguía dormido.

—Bieber despierta—Susurré en el oído mientras que tocaba su cabello—Despierta.

Estaba más pálido que la noche anterior, aparté las gasas del golpe de la cabeza, y vi toda la sangre que salía. De nuevo estaba asustada, sus labios estaban pálidos, blancos y sin color. En toda la noche perdió mucha sangre, y no me despertó solo porque me había quedado dormida.

—¡Tú maldito orgullo, Bieber! —Le grité zarandeándolo por su cuerpo—¡Ayuda!, ¡Ayudaaa!

Me daba igual que mi padre subiera a mi habitación y me viera junto a un chico. Necesitaba su ayuda y él podía salvarlo, ya que era un gran policía que ayudó a mucha gente cuando estaban heridos.

Unos golpes sobre los escalones de las escaleras me avisaron que alguien me ayudaría. Abrieron la puerta, y mi padre me buscó  con la mirada, cuando se dio cuenta que yo estaba bien se quedó más tranquilo.

Pero su rostro cambió de repente, bajó la mirada y se encontró con un chico sobre la cama de su hija, y herido. Se acercó evitando los gritos de enfado y le tomó el pulso.

—¡Carolyne! —Llamó mi padre a mi madre—Llama una ambulancia.

Lo levantó con cuidado, y me ordenó que trajera el botiquín de urgencias. Le hice caso, y debajo de su cama se encontraba. Corrí para volver, y al girar el pasillo resbalé haciéndome daño en el tobillo.

Me levanté, para llegar a mi habitación. No podía evitar cojear, me senté en la cama y le tendí a mi padre lo que me ordenó.

Desinfectó sus heridas, y cosió el corte de su cabeza. Mientras tanto yo no podía de dejar de llorar, Bieber seguía sin reaccionar, y no pestañeaba. Deseaba ver sus ojos abiertos, y escuchar su voz.

—¿Papá, se pondrá bien? —Pregunté con temor, y la voz rota.

—Ha perdido mucha sangre—Cogió a Bieber con sus fuertes brazos levantándolo de la cama—En el hospital le harán una transfusión de sangre.

—Su madre ha muerto—Recordé la pena de Bieber junto a la fotografía—Yo le puedo dar de mi sangre.

—¡Ni hablar! —Gritó—Tendrá algún familiar—Seguí sus pasos por la escalera—Arréglate para ir al instituto.

—Quiero acompañarte—Supliqué.

Salimos de la casa, y quedamos enfrente de la ambulancia. Lo tendieron en la camilla, y entrelacé mis dedos con los suyos para que se diera cuenta que estaba a su lado.

El jefe de policía, mi padre básicamente, se acercó hasta el paramédico. Hablaron en voz baja, y me ocupé en acariciar el rostro de la persona que me hacia sufrir en tan poco tiempo.

—¿A dónde me llevan? —Dijo sin abrir los ojos.

—Al hospital—Aparté su cabello rebelde—Yo voy a ir contigo—Le tranquilicé.

—¿Vas a seguir a mi lado? —Sonrió forzosamente—Siento lo que te estoy haciendo pasar.

—Por supuesto—Besé sus labios cuando mi padre no nos miraba—Con una condición—Le sorprendí—Olvida las peleas ilegales.

No contestó, y cuando pensé que lo haría, mi padre posó unas esposas en su muñeca y otra en la camilla donde estaba tendido.

Le miró con furia, y luego me miró a mí, lo subieron a la ambulancia, y cuando estaba a punto de subir junto a Bieber mi padre pasó su brazo por mi cintura, y me levantó del suelo evitando que me fuera.

—Tengo que ir con él, ¡papá! —Sabía que estaba enfadado, pero le prometí que no me separaría de Bieber—No lo puedes detener.

—Claro que sí—Me dejó en el suelo, y acercó sus ojos celestes en los míos— Ahora entiendo tu expulsión—Negué con  la cabeza, seguía defendiéndole—Te prohíbo que lo veas.

—¡No! Por favor.

—O me haces caso, o no lo dejaré salir de prisión—Aquellas palabras me asustaron—Tú decides.

—O me haces caso, o no lo dejaré salir de prisión—Aquellas palabras me asustaron—Tú decides

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My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora