Capítulo 1: El Mensajero

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El Mensajero


"Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa."

León Daudí


Media hora después de estar mirando fijamente a través del empañado cristal Luke seguía sin ver nada más allá de su propio reflejo, pero tampoco le importaba. Su mente estaba trabajando a un ritmo desenfrenado, intentando comprender lo que acababa de descubrir. Sacudió la cabeza, notando el cosquilleo del largo flequillo sobre su frente. Era una locura. Era imposible. Él mismo llevaba años haciendo lo mismo que Carl hiciera en su día y nunca, nunca había ocurrido algo semejante. Pero las pruebas eran claras y los datos no dejaban lugar a dudas.

Luke se alejó del ventanal con desgana, arrastrando sus pies hasta el gran sofá. ¿Cómo iba a explicarle eso a su hermano? ¿Cómo encajaría Estela la verdad?

"Ya basta" se amonestó a si mismo exasperado. ¿Acaso el problema era suyo?

No.

¿Acaso les preocupaba a la feliz pareja como le afectaba a él todo esto?

No.

Entonces a él tampoco le importaban las consecuencias que sus investigaciones pudieran tener en la relación de ambos. Si el perfecto de su hermano y Estela no eran capaces de superar la verdad, a él ni le iba ni le venía. Todo lo contrarío, le daba exactamente igual. Él se iba a limitar a cumplir con su papel. Pero ¿y si esta era la oportunidad que estaba esperando? ¿Y si por fin había llegado su momento?

El timbre de la puerta sonó arrancándolo de sus negras cavilaciones.

-¿El señor Luke Wallace?

-¿Quién lo busca? -respondió el pelirrojo sin confirmar su identidad mientras su interlocutor lo perforaba con una fría mirada.

-Traigo un importante mensaje para el señor Wallace. ¿Es usted?

Luke se detuvo unos instantes a examinar la apariencia del extraño visitante que osaba molestarlo a estas horas de la noche. Era un hombre corpulento, no más alto que él, de calva reluciente y ojos fieros. Por su aspecto podría deducirse que quién fuera que enviaba a este tipo tenía el deseo de intimidarle. Pero no lo había conseguido.

Miró a los ojos al desconocido antes de contestar afirmativamente.

-Sí, soy yo.

Todo sucedió demasiado deprisa para el pelirrojo. De un empujón el mensajero tiró a Luke contra el suelo y empezó a propinarle patadas en el costado. Luke intentó inútilmente escapar para poder defenderse del aluvión de golpes que le estaba reventando. Dejó que su mente fría y racional dominase el dolor y enseguida supo que hacer. De un movimiento rápido agarró el pie de su contrincante cuando estaba a punto de embestirle de nuevo.

El hombre soltó un gruñido de asombro cuando con un giro diestro el pelirrojo alzó su tobillo y lo derribó contra el suelo. Había ganado algo de ventaja, estaba magullado y dolorido, pero también enfadado. Muy, muy enfadado. Se alzó sobre el desconocido, pisándole el cuello con su pesada bota, mientras empezaba a poseer la mente y la voluntad del calvo fortachón con una calma aterradora. A pesar de la pinta de tipo duro que tenía el mensajero su cerebro era bastante simple, fácilmente manipulable. Como el de un niño. Lo miró fijamente a los ojos, viendo su feroz reflejo en las asustadas pupilas del matón.

-No deberías entrar en una casa donde no te han invitado a pasar y ni mucho menos agredir al anfitrión. ¿Así es como te educaron tus padres? -Le soltó el pelirrojo amenazante y cínico mientras el otro se retorcía de dolor bajo esa mirada destructora.

Tormenta de Arena (Parte 2 de "Luna Azul")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora