Caer

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 Sara lleva el vestido rosa con la espalda al descubierto, ella sabe que me encanta. El vestido no la hace más hermosa, pero no puedo negar que ese color me recuerda a sus labios.

- Me gusta cuando me miras así.- aquello me pilla desprevenido.

- ¿Así cómo? - digo despistado.

Ella se acerca y con un dedo repasa el contorno de mi barbilla. Un agradable cosquilleo me recorre de pies a cabeza.

Ahogo un suspiro.

- Como si fueras a llorar de lo guapa que soy.

Quiero decirle que llorar sería poco, pero antes de que pueda decir nada posa su boca contra la mía. Me encanta cuando Sara me demuestra su afecto, porque normalmente no suele ser muy cariñosa.

- Deberías despertar.

¿Despertar?

- ¿De qué hablas? - le digo confuso.

Estamos solos en su habitación, pero...¿qué hago aquí? Ni siquiera recuerdo haber llegado.

Ella sacude la cabeza y se dirige a la puerta.

- Espera, ¿a dónde vas? - cojo su muñeca precipitadamente — ¿Qué ocurre?

Vuelve a sacudir la cabeza.

Atraviesa la puerta y se encamina al final del pasillo. Yo la sigo aún sin entender nada de lo que está pasando, me siento demasiado confundido.

- Noah, deberías despertar.- se detiene delante del baño.

Unas lágrimas bañan sus mejillas.

- ¿Por qué lloras? - le grito nervioso.- No llores, dime qué pasa por favor — le ruego.

Sara entra y se dirige al armario que hay sobre el lavabo. Ataca las estanterías en busca de algo.

- ¡Sara! - me apresuro a detenerla.- Dios, ¡qué haces!- sus ojos azules me dirigen una mirada asustada.

Pero lejos de parar de rebuscar en el armario, siento que la situación empeora. Cremas, jabones y maquillaje de mujer se precipitan al suelo como pequeños proyectiles.

- Calma, estaré bien — se dice a sí misma.- ¿Cierto? - me mira.

No contesto, algo en mi mente me alerta. Algo malo va pasar. Creo que esto es muy malo.

Cierra lo ojos y respira profundamente para relajarse. Y siento que no puedo hacer nada, que aquí sólo estoy como un mero espectador. Los vuelvo a abrir, la luz baña su silueta. Oh, aquel rosa color fresa que tanto me gusta... Tengo ganas de llorar.

Recoge las cosas del suelo, las coloca perfectamente en su sitio y vuelve a mirar nuevamente en el armarito. Ella sigue lagrimeando silenciosa, con sus manos temblorosas. Quisiera hacer algo para detener todo esto, pero no puedo. Esto ya ha pasado antes.

No puedo detenerla.

Sostiene un bote de pastillas entre sus manos y con una sonrisa melancólica siento que todo ha acabado. Puedo observar como una gran batalla se debate en su mente. Derrama su contenido en una mano y decidida traga una a una cada pastilla con la ayuda de un vaso de agua.

Una.

Dos.

Tres.

Cuatro.

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2015 ⏰

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