Catorce

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Esme

Hunter ladró en la oscuridad y me asusté. Harry le mandó callar y buscó en su mochila para encender la linterna.

—¿Se puede saber dónde estamos? —Preguntó, y Minerva le miró levantando una ceja— Sí, ya sé que es un túnel.

—Que, según Luna, nos llevará a Greenwood —respondí.

—¿Crees que podemos confiar en ella? —Minerva le contestó con un manotazo en el brazo—. Honestamente, Minerva, por mucho que sea tu madre, esconde algo. Es un poco sospechoso que no quiera contárnoslo todo, ¿no crees?

Lancé un suspiro y decidí no hacer ningún comentario sobre su desconfianza en general. Quizá era yo quien tenía el problema de fiarme demasiado de la gente.

—Tenemos que descubrir lo suficiente para volver otra vez —dije.

—¿Cuándo vamos a saber que es suficiente?

—No lo sé, pero lo sabremos.

Harry bufó, insatisfecho con mi respuesta. Mientras estábamos allí parados, debatiendo qué era lo que debíamos hacer, Hunter tomó la iniciativa y empezó a descender por las escaleras. Todos le seguimos, bajando por unos escalones muy estrechos que auguraban un mal final si nos caíamos. William, Thomas y Nora se habían quedado en el castillo, y deseaba que las sospechas de Harry acerca de Luna no fueran ciertas y nada de malo les pasara. Debíamos ir rápido a Greenwood, hablar con el abuelo Rick y volver al castillo, aunque cómo regresar a este una vez estuviésemos fuera del bosque era un completo misterio.

—¿A dónde llevará esto? —Preguntó Harry por enésima vez.

Minerva iba justo detrás de mí y Hunter se paraba a menudo para asegurarse de que le seguíamos y reprendía la marcha cuando le alcanzábamos. Después de bajar serpenteando un sinfín de escalones, por fin llegamos al final, y tuve que parpadear varias veces para asegurarme de que lo que vi en cuanto salimos al exterior era real. Un gran muro de piedra se levan- taba ante nosotros y se perdía entre la niebla. Miré en ambas direcciones, pero solo había dos pasadizos sin fin.

—¿Ahora por dónde vamos? —Insistió Harry de nuevo.

Sus preguntas empezaban a ponerme nerviosa. Yo tampoco sabía dónde estábamos ni qué teníamos que hacer, pero intentaba mantener la calma. No sabía cómo contestar a Harry, y Minerva parecía sumida en sus propios pensamientos. Así que me agaché a la altura de los ojos de Hunter.

—¿Tú que dices, Hunter? ¿Izquierda o derecha? —le pregunté, y lo que recibí fue una mezcla de ladrido y gemido junto a una sonrisa destartaladamente canina.

Me levanté y vi que Harry abría la boca pero no dijo nada. Se llevó las manos a la cintura, su expresión era la que adoptaba cada vez que la maquinaria de su cabeza funcionaba a mil revoluciones por hora.

—Esme, ¿recuerdas cuando dijiste que da igual la dirección con tal de llegar a alguna parte? La cita de Carroll.

—Sí, pero en este momento no tiene ningún sentido porque nosotros queremos llegar a un lugar concreto.

—Sí, si ambos lugares llevan a un sitio que los conecta — dijo Harry dirigiéndose al muro, y puso la mano sobre él—. Cuando estuvimos en la cueva de las ninfas, la roca de la pared me recordó la de la Cueva del Búho. Aunque esta no es igual, he llegado a pensar que este pasadizo puede ser una especie de conexión entre los tres ejes del triángulo del bosque.

Su razonamiento parecía lógico. No entendía cómo Harry había llegado a esa conclusión, pero solo existía un modo de averiguar si era correcta.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora