CAPÍTULO 42 - La Tradición

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Los escribas y fariseos, esperando ver a Jesús en la Pascua, le habían

preparado una trampa. Pero Jesús, conociendo su propósito, se mantuvo

ausente de esta reunión. "Entonces llegaron a Jesús ciertos escribas y

fariseos." Como él no fue a ellos, ellos acudieron a él. Por un tiempo

había parecido que el pueblo de Galilea iba a recibir a Jesús, y que

quedaría quebrantado el poder de la jerarquía en aquella región. La

misión de los doce, indicadora de la extensión de la obra de Cristo, al

poner a los discípulos en conflicto más directo con los rabinos, había

excitado de nuevo los celos de los dirigentes de Jerusalén. Habían sido

confundidos los espías que ellos habían mandado a Capernaúm durante la

primera parte de su ministerio, cuando trataron de acusarle de que

violaba el sábado; pero los rabinos estaban resueltos a llevar a cabo

sus fines; enviaron ahora otra diputación para vigilar sus movimientos y

encontrar alguna acusación contra él.

Como antes, la base de su queja era su desprecio de los preceptos

tradicionales que recargaban la ley de Dios. Se los decía ideados para

mantener la observancia de la ley, pero eran considerados como más

sagrados que la ley misma. Cuando contradecían los mandamientos dados

desde el Sinaí, se daba la preferencia a los preceptos rabínicos.

Entre las observancias que con más rigor se imponían, estaba la de la

purificación ceremonial. El descuido de las formas que debían observarse

antes de comer, era considerado como pecado aborrecible que debía ser

castigado tanto en este mundo como en el venidero; y se tenía por virtud

el destruir al transgresor.

Las reglas acerca de la purificación eran innumerables. Y la vida entera

no habría bastado para aprenderlas todas. La vida de los que trataban de

observar los requerimientos rabínicos era una larga lucha contra la

contaminación ceremonial, un sin fin de lavacros y purificaciones.

Mientras la gente estaba ocupada en distinciones triviales, en observar

lo que Dios no había pedido, su atención era desviada de los grandes

principios de la ley.

Cristo y sus discípulos no observaban estos lavamientos ceremoniales y

los espías hicieron de esta negligencia la base de su acusación. No

hicieron, sin embargo, un ataque directo contra Cristo, sino que

vinieron a él con una crítica referente a sus discípulos. En presencia

de la muchedumbre, dijeron: "¿Por qué tus discípulos traspasan la

tradición de los ancianos? porque no se lavan las manos cuando comen

pan."

Siempre que el mensaje de la verdad llega a las almas con poder

especial, Satanás excita a sus agentes para que provoquen alguna disputa

El deseado de todas las gentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora