CAPÍTULO 41 - La Crisis en Galilea

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Cuando Cristo prohibió a la gente que le declarara rey, sabía que había

llegado a un momento decisivo de su historia. Mañana se apartarían de él

las multitudes que hoy deseaban exaltarle al trono. El chasco que

sufriera su ambición egoísta iba a transformar su amor en odio, su

alabanza en maldiciones. Aunque sabía esto, no tomó medidas para evitar

la crisis. Desde el principio, no había presentado a sus seguidores

ninguna esperanza de recompensas terrenales. A uno que vino deseando ser

su discípulo, le había dicho: "Las zorras tienen cavernas, y las aves

del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su

cabeza.' Si los hombres pudiesen haber tenido el mundo con Cristo,

multitudes le habrían tributado fidelidad; pero no podía aceptar un

servicio tal. Entre los que estaban relacionados con él, muchos habían

sido atraídos por la esperanza de un reino mundanal. Estos debían ser

desengañados. La profunda enseñanza espiritual que hay en el milagro de

los panes no había sido comprendida. Tenía que ser aclarada. Y esa nueva

revelación iba a traer consigo una prueba más detenida.

La noticia del milagro de los panes se difundió lejos y cerca, y muy

temprano a la mañana siguiente, la gente acudió a Betsaida para ver a

Jesús. Venía en grandes multitudes, por mar y tierra. Los que le habían

dejado a la noche anterior, volvieron esperando encontrarle todavía

allí; porque no había barco en el cual pudiese pasar al otro lado. Pero

su búsqueda fue infructuosa, y muchos se dirigieron a Capernaúm, siempre

buscándole.

Mientras tanto, él había llegado a Genesaret, después de sólo un día de

ausencia. Apenas se supo que había desembarcado, la gente, "recorriendo

toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos

en lechos, a donde oían que estaba." Después de un tiempo, fue a la

sinagoga, y allí le encontraron los que habían venido de Betsaida.

Supieron por sus discípulos cómo había cruzado el mar. La furia de la

tempestad y las muchas horas de inútil remar contra los vientos

adversos, la aparición de Cristo andando sobre el agua, los temores así

despertados, sus palabras consoladoras, la aventura de Pedro y su

resultado, con el repentino aplacamiento de la tempestad y la llegada

del barco, todo esto fue relatado fielmente a la muchedumbre asombrada.

No contentos con esto, muchos se reunían alrededor de Jesús preguntando:

"Rabbí, ¿cuándo llegaste acá?" Esperaban oír de sus labios otro relato

del milagro.

Jesús no satisfizo su curiosidad. Dijo tristemente: "Me buscáis, no

El deseado de todas las gentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora