Sebastian

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Sakura subió las escaleras para ponerse algo en donde no se vieran sus moretones. Al entrar vio en la cama una maleta casi hecha con la ropa de Andrew. No tuvo tiempo para pensar, se dirigió al armario y sacó unos vaqueros azules y una blusa de cuello alto negro y mangas largas que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel. Se puso maquillaje en la mejilla de tal forma que no parecía que hubiese una mancha negra ahí, unos lentes muy oscuros, pero por si acaso, se dejó el cabello suelto para que le cubriera un poco el rostro.

Andrew estaba afuera en su convertible esperándola abajo para abrirle la puerta y después rodear el auto.

–  Me llamó Criss – comenzó Sakura a la pregunta no formulada por Andrew – me dijo que Samy había comenzado las contracciones desde hace una hora. Criss se encontraba con ellos, así que los llevó a su hospital. Llamó a Andy, que se encontraba con Rebeca y él llamó a Dan mientras Criss me llamaba a mí. Pero, Andrew… al parecer hubo algo mal, no lo sé, pero algo iba mal con el parto.

Andrew aceleró. Estaba muy concentrado en la carretera hasta que unos quince minutos después escuchó la voz tímida de Sakura.   

–  ¿Vas a irte de viaje?

Volteo a verla. Sakura se retorcía sus manos, nerviosa y las miraba mientras lo hacía.

–  Vi la maleta en la recamara. ¿te vas de viaje?

–  Ah, eso… sí.

–  ¿Cuándo regresas?

–  Jamás.

–  ¿he?

–  Mira, Sakura – fijó nuevamente la mirada a la carretera – no te mereces sufrir como hasta ahora. Tú lo has dicho. No te gusta mi compañía, dijiste que no te gustaba que te tocara o las cosas que te decía. Y estas en lo correcto. Olvida la deuda, esa maldita deuda no era cierta, solo te quería conmigo. Desapareceré de tu vida y no tendrás que volver a verme.

Ella no contestó. Ni siquiera le miró, eso lo comprobaba cada cierto tiempo por el rabillo del ojo.

Al llegar al hospital le ayudó a bajar y se dirigieron casi corriendo a la sala en donde se encontraban sus amigos.

–  ¿Qué ha pasado? – dijo Sakura a Dan - ¿Dónde está Sebastian? ¿él bebé?

–  Sebastian está con Samy ahora – en ese mismo momento Sebastian salió con una bata azul y un cubre bocas. Dio un largo suspiro que parecía más un grito sofocado de desesperación. Sakura se acercó a él.

–  Sakura – dijo abrazándola fuertemente y al borde de las lágrimas – fue un niño, él está fuerte y es absolutamente adorable. Se parece a su madre acepto por los ojos, esos son míos – a pesar de que al decirlo pareciese que estaba a punto de explotar de orgullo, no se le escuchaba por completo feliz.

–  Eso es estupendo. Samy seguramente estará feliz. – él la abrazó más fuerte

–  Ella está débil. Siempre ha estado débil. Pero no me lo dijo. Nunca lo mencionó. Nunca me dijo que tener a nuestro bebé representaría un problema tan grave, siempre supo que su vida corría peligro si lo tenía. Sakura… no lo sabia, no pude hacer nada para protegerlos. Están haciendo todo lo posible para mantenerla con vida, pero ella no reacciona a cualquier cosa que se le da.

–  Estoy aquí, Sebastian.

–  Señor Baresford – dijo el doctor saliendo y quitándose el cubre bocas.

–  ¿Sí? – se separó rápidamente para poder ver al doctor a la cara. Y todos vieron lo que acababa de pasar – lo siento mucho, señor, pero la señora Baresford… la hemos perdido.

Amor odio o paranoiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora