Me dormí ante la espera de ganarle el debate a mi almohada. Abandone mi recipiente para visualizarme desde a fuera. Me gusta lo que veo, pero me hace ruido el remordimiento que proyectan mis ojos. Se que logro hacerle creer al que sea, que nada me inquieta. Se que pasa desapercibido. Pero no ante la presencia de mi alma en todo su esplendor, que ve atónito a mi corazón. Me conozco. Y puedo mentirle a este y aquel, pero no a mi. No a mi voz interna, no a mi luz interna. Si, me miento a veces. Pero siempre soy consciente del desengaño que me impongo. ¡Vamos! ¿Quien no jugo, aunque sea una vez, a imaginar una realidad que no existe en el intento de conciliar el sueño? Hoy soy un bicho astral que se observa desde a fuera, y no me puedo mentir, no me puedo engañar.